LOS MILAGROS DEL PADRE JUSTINO MARÍA RUSSOLILLO

El pasado 27 de octubre de 2020, el Papa Francisco aprobó el decreto que reconoce el segundo milagro atribuido a la intercesión del Beato Justino María Russolillo, fundador de los y las Vocacionistas. Dicha aprobación permitirá su canonización.

Según las disposiciones de la Iglesia, en el camino hacia la declaración de un cristiano como santo, existen diversos estadios: siervo de Dios, venerable, beato y finalmente santo. Tanto para la declaración de beato como para la canonización, la Congregación para la Causa de los Santos debe corroborar que realmente por la intercesión, en este caso del Padre Justino, se ha obrado realmente un milagro.  

Me gustaría relatar brevemente cuales son los dos milagros que llevarán finalmente al Padre Justino María a los altares, para ser venerado por la Iglesia toda.

EL MILAGRO DE LA BEATIFICACIÓN

Comencemos con el milagro que posibilitó la beatificación y que tiene en el centro de la historia a la Señora Gaetanina Meloro, nacida el 23 de junio de 1938 en Newark, EE.UU.

A partir de 1962, Gaetanina asistió a la iglesia de los padres Vocacionistas de Newark. Maestra en las escuelas públicas de Newark, también dio catequesis en las parroquias Vocacionistas durante unos veinte años. Sus análisis ginecol
ógicos no habían reflejado nunca ningún problema, hasta el 12 de enero de 1998, cuando tuvo de repente unos sangrados genitales. La examinó su médico, y el ginecólogo le diagnosticó un tumor vaginal muy grande. Le hicieron una biopsia el 27 de enero y el Dr. Denehy, ginecólogo y oncólogo, a la luz del diagnóstico histológico y clínico le dio el siguiente diagnóstico: un carcinoma en la vagina con una masa de 4×6 en la membrana recto-vaginal, fase 3b, carcinoma epidermoide. El mismo médico prescribió un plan de tratamiento con quimioterapia y radioterapia, externa y después interna, en el Hospital St. Barnabas de Livingston.

Desde el 23 al 28 de febrero, fue sometida a un tratamiento con quimioterapia. Los Doctores Denehy y Eastman, radiólogos-oncólogos, confirmaron que al final de la radioterapia externa, incluso antes del inicio de la radioterapia intravaginal, la exploración física mostró una desaparición completa del tumor. El mismo Dr. Denehy, que visitó a la paciente en los meses siguientes, certificó la ausencia del más mínimo rastro del tumor vaginal, y un escáner de la pelvis, realizado en junio de 1998 mostró la ausencia de masas abdominales y de adenopatías metastásicas. Un control ginecológico realizado en octubre de ese mismo año y un frotis dieron también un resultado totalmente negativo. No apareció ningún signo de recidiva durante los muchos controles realizados en 2001, 2002, 2003 por el Dr. Denehy. Los dos médicos, después de un examen en 2004 y 2005, certificaron su buena salud general y, en particular, en la zona ginecológica y abdominal.

¿Qué había sucedido? Mientras los médicos luchaban por aplicar los tratamientos adecuados, la Señora Gaetanina, su madre, su hermano, amigos y algunos Vocacionistas, comenzaron a pedir con fervor y constancia la sanación física ante el difícil diagnóstico. Pedían con insistencia y confianza la curación por intercesión del Venerable Padre Justino. Oraron juntos por su beatificación y por la curación de Gaetanina Meloro, quien por aquella época tenía 60 años.  

La curación se produjo. Y fue para los médicos: total, permanente e inexplicable. Está ampliamente documentada y probada por diversos documentos, pruebas, visitas médicas, y testimonios prestados tanto por los médicos que examinaron el caso como por los teólogos. El carácter extraordinario de esta curación radica no en que el tumor ha disminuido o ha sido quemado por la quimioterapia, sino en que no ha dejado ningún rastro, ninguna cicatriz, ninguna huella de su existencia.

Al firmar el decreto que reconoce el carácter inexplicable de la curación de Gaetanina Meloro, obtenida por la intercesión del venerable Justino María de la Trinidad, el Santo Padre Benedicto XVI dio su aprobación para la proclamación de la beatificación. En la misma región de Pianura, Nápoles en la que nació Justino y en la cual llevó una vida de santidad, el cardenal Angelo Amato, como delegado del Papa y Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en una multitudinaria celebración, lo proclamó beato el 7 de mayo de 2011.

EL MILAGRO DE LA CANONIZACIÓN

El segundo milagro que permitirá ahora el reconocimiento del Beato Justino como santo tuvo lugar en la localidad de Quarto en las afueras de Nápoles, en Italia, y consistió en la curación de un joven religioso Vocacionista Juan Emilio Rasolofo, nacido en Madagascar en 1984, pero que se encontraba viviendo en la comunidad Vocacionista de Quarto, haciendo su año de magisterio, también llamado año pastoral.  

En la noche del día 15 de abril de 2016, el joven religioso, después de cenar se sintió indispuesto por un fuerte dolor de cabeza. Se retiró a descansar. Al día siguiente no se presentó para la oración de la mañana ni para la Misa, que se realizaba habitualmente a las 7:15 hs. Extrañado por su ausencia, un hermano de la comunidad, el Padre Christian Suriano, acudió a buscarlo y lo encontró desplomado en el suelo de su habitación en medio de un charco de sangre. Luego de dar inmediato aviso al superior, el Padre Antonio Petrarca, lo trasladaron a las urgencias médicas del Hospital Civil de Pozzuoli, donde ingresó en coma y sin posibilidad de respirar de manera autónoma.

El diagnóstico era terrible. Emilio había padecido una crisis tónico-clónica generalizada y prolongada. Su estado se había agravado por convulsiones epilépticas, coma, rabdomiólisis grave, pulmonía por aspiración e insuficiencia respiratoria aguda.  

Los médicos informaron a los superiores locales, sobre la comprometida situación médica del religioso. Ante este cuadro tan dramático, y puesto en conocimiento el Superior General de los Vocacionistas, Padre Antonio Nascimento, motivado por uno de sus Consejeros, envió un mensaje a todos los hermanos de la Congregación, dispersa por todo el mundo: Pido a toda la congregación que desde hoy se ore en cada comunidad y parroquia  la novena a nuestro padre don Justino por la gracia de la curación de Emilio. Sólo la oración puede arrebatar de Dios  este milagro”.

El 18 de abril su situación clínica era crítica, prácticamente irreversible. Los médicos solicitaron al Superior General que evalúe la posibilidad de la donación de los órganos de Emilio. Padre Antonio se negó. La esperanza de un milagro aún estaba latente. Ese mismo día, otro sacerdote Vocacionista, el Padre Giacomo Capraro, postulador de la causa de canonización, llevó a la habitación del joven religioso en coma una imagen de beato Justino con una reliquia y la dejó a su lado.

El 21 de abril sus condiciones clínicas mejoraron de forma repentina y posteriormente se despertó del coma. La sorpresa y alegría no eran pocas. ¡Había ocurrido el milagro! Era el tecer día de la novena. Apenas unos días después, el 3 de mayo de 2016 fue dado de alta médica y abandonó el hospital. Emilio, quien actualmente vive en la Curia General de los Vocacionista en Roma, goza de perfecta salud, sin ninguna secuela neurológica de aquel suceso. De hecho, cuando se despertó del coma inmediatamente comenzó a hablar, y no en su idioma natal sino en italiano. Sus conexiones neuronales estaban en perfectas condiciones, aún cuando el más favorable de los pronósticos médicos daba cuenta que si sobrevivía las secuelas eran indudables.

Sigamos orando, para que, desde la gloria de los bienaventurados, el querido Padre Justino, apóstol de la santificación universal y de las vocaciones, siga intercediendo ante la Trinidad, por todos nosotros sus devotos, para que alcancemos las gracias, que, con fe, le pedimos.

Padre Emiliano María Pirán, sdv

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